Manzanares no se lo cree

El idilio de José María Manzanares con Sevilla parece no tener límites. Como tampoco parece tenerlo la dimensión como torero del alicantino, que hizo pleno de cuatro orejas en la Maestranza y atravesó en volandas la Puerta del Príncipe por segundo año consecutivo tras la apoteosis de la pasada temporada con el indulto de Arrojado incluido. Manzanares manifestaba emocionado su satisfacción tras la corrida: «Aún no soy consciente, aún no me lo creo, ahora mismo estoy en otro mundo. Lo de hoy [por ayer] es un sueño hecho realidad y estoy tremendamente feliz de poderlo vivir en mis carnes. Además, en la salida a hombros he estado rodeado de gente joven que es el futuro de la Fiesta. Disfruto mucho porque los triunfos así tienen muchísima repercusión y la gente lo sabe reconocer», señaló el alicantino a los micrófonos de Canal Plus Toros tras ser llevado en volandas por los alumnos de las escuelas taurinas andaluzas. 

El torero alicantino detalló la relación que tiene con Sevilla, donde ha cortado dos o más orejas alguna tarde desde 2007 y explicó las diferencias entre su triunfo de ayer y el conquistado el pasado 30 de abril de 2011. «Debo mucho a esta ciudad por todo lo que me ha dado y todo el cariño que he recibido desde novillero. Siempre que me anuncio es especial y disfruto más que nadie. Ha sido una tarde diferente a la del año pasado; la de hoy hemos estado todos muy concentrados, sabiendo en cada momento lo que había que hacer y disfrutando mucho, siendo consciente de todo y con la seguridad de que iban a romper los toros», confesó. 

En Sevilla también vivió una tarde especial el 1 de mayo de 2006. Aquella tarde, su padre se retiró del toreo por sorpresa y Manzanares fue el encargado de cortarle la coleta y sacarle a hombros por una puerta, la del Príncipe, que se le había resistido en su carrera. Ayer, Manzanares padre no se separó de él y expresó su emoción tras fundirse con su hijo en un abrazo. «No puedo ser más feliz en este momento. Me siento muy orgulloso de todos mis hijos y con José Mari, tal y como está… Ha desarrollado muchísimo, es muy joven todavía y no sé dónde tiene el techo. Siempre lo digo, si el alumno no mejora al maestro es un fracaso del maestro», aseguró. 

Mención especial merece también la cuadrilla de José María Manzanares, a la que el torero hizo saludar desde los medios finalizada la vuelta al ruedo con las dos orejas del quinto. Plata fundida en oro con la que el torero se deshizo en elogios. «Muchos de los toros que me permiten disfrutar es gracias a ellos. Tener a mi lado a gente tan buena, que se sacrifican tanto por mí, es toda una suerte». 

Sobre sus faenas, dijo lo siguiente: «Mi primero tenía muchas virtudes aunque a veces iba con la cara a media altura y había que adelantarse para que no te sorprendiera. Y el quinto tenía un poco de querencia para dentro y hubo que medirlo mucho y dosificarlo para poder torearlo muy a gusto», dijo. Por último, Manzanares quiso dedicar su triunfo. «Va para mi hijo, que ayer [por anteayer] lo traje a la Maestranza porque quería que la primera vez que pisara una plaza fuera aquí. También para todos mis seguidores y por su puesto para Sevilla, que me da la vida».

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